Para los romanos,
la religión era, el temor a lo sobrenatural. En Roma, la
religión tenía dos vertientes: una pública, el culto estatal, y otra
privada, el culto a los lares familiares. La religión no era un asunto de religiosidad personal; más bien se basaba en la honra a los dioses a cambio de su
protección. En principio, carecían de imágenes, templos y doctrinas,
aunque se instituyeron ritos para atraer el favor de los dioses. El culto a los muertos
llevó a deificar a los reyes, y más tarde a los emperadores.
Para comprender la religión romana es importante entender
que para ellos no implicaba la asunción de una filosofía, una moral y un
programa de vida, sino la participación en los ritos.
El hombre religiosos era el que participaba en el rito, de esta manera se explica que en Roma se asentasen todas las
religiones del Imperio,
ya que no modificaban las creencias individuales, sino que permitían
participar en sus celebraciones. Esto también explica que los
emperadores se convirtiesen en dioses, es decir, instituían ritos en su
honor.
Los romanos adoraban un gran número de dioses. Los más venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. Además, los romanos eran muy supersticiosos y, antes de tomar una
decisión, consultaban la voluntad de los dioses, expresada por medio de
los oráculos.
Era obligado rendir culto a los dioses de la casa (lares, manes y penates), en forma de fuego del hogar, mientras no se extinguiera la familia. Su sacerdote era el Pater familias. Había dioses específicos para la vida cotidiana: Nundina, dioses o genios protectores del nacimiento y desarrollo del hombre,Educa y Pontina, dioses del comer...
No hay comentarios:
Publicar un comentario